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11 de octubre, día Internacional del dulce de leche

Desde Marco Polo, los esclavos que llegaron a América y hasta una criada de Juan Manuel de Rosas, son muchos los que aseguran ser los creadores de este producto. Todos los nombres que recibe en el mundo.

Los mitos hablan de diferentes historias del nacimiento del dulce de leche, se dice que fue en una estancia en Cañuelas, en la cocina de un caserón en Buenos Aires o una receta chilena que se difundió por Cuyo y Tucumán. Otra historia indica que todo empezó en la India y en Indonesia o en las Filipinas cuando se llamaban las Islas del Poniente y San Lázaro. En Brasil o en Rusia.

Las leyendas son muchas, la creación de este producto combina a personalidades del calibre de Marco Polo, Juan Manuel de Rosas y Juan Lavalle, Cristóbal Colón, José de San Martín y Santiago de Liniers son todos “los padres del dulce de leche”.

Decretado por el Centro Argentino de Promoción del Dulce de Leche y Afines en el año 1998, el 11 de octubre se celebra el Día Internacional del dulce de leche. Aunque en diversos países tiene otros nombres: “manjar” dado en Chile, “manjar blanco” en Perú, “dulce de cajeta” en México, “queso de urrao” en Bolivia, “fanguito” en Cuba, “bienmesabe” en Panamá, “arequipe” en Colombia, Venezuela y Guatemala. Y siguen los nombres.

Una de las historias que narran su creación cuenta que cuando el General San Martín cruzó a Chile en 1817, alguien le ofreció dulce de leche, al que llamaban “manjar”. Al Libertador le gustó tanto que llevó una buena provisión a su campaña del Perú. Aseguran que, en tiempos virreinales, cuando el vecino país era capitanía general, este producto ya había cruzado la cordillera y usado en la zona de Cuyo y en Tucumán, y que existen registros de los jesuitas al respecto.

Otro de los sucesos que narran la historia del dulce de lecho es que viene de antes de los vientos de independencia. Cuando en 1806 estalló en Buenos Aires el escándalo de Ana Perichon, esposa de Tomás O’Gorman, y su romance con Santiago de Liniers. Se dice que, para comienzos de siglo, la “Madama O’Gorman” que había nacido en 1775, tenía al dulce de leche entre sus recetas predilectas.

También, otra reseña cuenta que años después hay una gran historia que se repite en Argentina con ciertos vestigios de veracidad. Cuenta que luego de fusilar a Manuel Dorrego, el general Juan Lavalle había quedado atrapado en un complicado entramado entre sus aliados unitarios y Juan Manuel de Rosas, el líder federal ya era un adversario a temer. Cuando en febrero de 1829 José de San Martín llegó al puerto de Buenos Aires, se enteró de la revolución y de la suerte corrida por Dorrego, se negó a desembarcar y además rechazó hacerse cargo de la gobernación de Buenos Aires. Lavalle, entonces, sintió que no tenía otra salida que arreglar con Rosas.

El 16 de julio, acompañado de su ayudante el capitán Estrada, cabalgó hasta el campamento enemigo, en Cañuelas. Llegó cerrada la noche y su presencia sorprendió a todo el mundo. Rosas no estaba, había salido a inspeccionar sus fuerzas. Lavalle pidió un mate, se acostó en la cama de Rosas y se quedó profundamente dormido. El mito de la leche quemada habla de que una de las criadas de la casa no pudo creer lo que veía y salió corriendo a comentar la novedad, olvidándose de la leche con azúcar que estaba hirviendo para hacer lechada, la que se convirtió en lo que hoy conocemos como dulce de leche.

Cuando éste regresó, ordenó dejarlo dormir a Lavalle y cuando despertó, entre mate y mate arreglaron las cosas y firmarían un pacto el 24 de junio. Aún correría mucha agua bajo el puente, como sigue corriendo con el dulce de leche que hasta habría tenido un tango, en la época en que era instrumental.

Esta misma historia, o muy similar, aunque incomprobable, también la encontramos con Napoleón Bonaparte como protagonista, que habría ocurrido en 1804. Dicen que así nació el dulce de leche. Pero el hecho de que su base sea la leche y el azúcar, y cuyo color característico se obtenga gracias a la reacción de Maillard, da pie a aventurar que muchas culturas, en distintos momentos de la historia, lo hayan elaborado.

Otra narrativa indica que nació hace siglos en la India y en Indonesia y que cuando los conquistadores españoles se apoderaron de las Islas del Poniente y San Lázaro y las rebautizaron Filipinas, lo descubrieron y lo llevaron a América, y ahí se esparció por todo el continente.

No faltan quienes sostienen que este dulce fue introducido en América por los esclavos, que se las ingeniaban para mantener comestibles a diversos alimentos. Lo habrían descubierto hirviendo la leche con azúcar.

También los brasileños entran en la puja. Ellos afirman que a mediados del siglo XVIII ya se elaboraba en Mina Gerais. Y en Rusia se recomienda pasar por alto afirmar que es un invento argentino. Para ellos es el “varione sgushonka” y ya lo hacían los tártaros, en los tiempos de Marco Polo.

Lo que los argentinos tenemos claro es que la única certeza sea esa frase popular donde se asegura que los nacidos en esta tierra remamos en dulce de leche.

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